Cedro

viernes, 30 de enero de 2015

El insulto

En presencia de los discípulos y otras personas que le escuchaban, Buda fue insultado por un adversario que lo siguió injuriando en todo momento.

Ante los improperios, Buda permaneció en silencio y no dejó de sonreír al individuo, que seguía lanzando sus ofensas. Alterado por la difamación, uno de los discípulos, le dijo a Buda:
Maestro, te insulta injustamente este hombre y no paras de sonreír, sin perder la serenidad. ¿Cómo es posible que no te afecte?

Y Buda respondió:
Muy fácil, cualquiera puede insultarme, pero sólo me afectará, si es cierto lo que dice o si yo quiero recoger el insulto. Es como un regalo envenenado, puedes cogerlo y dejar que te afecte, o no recibirlo.

Moraleja: consejo es de sabios, perdonar injurias y olvidar agravios.


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